Latinoamérica,
una de las regiones más desiguales del mundo, y zona en que se encuentran
algunos de los países como mayores índices de violencia, es la región
étnica-geográfica hogar de las maras. Estas agrupaciones criminales se
constituyeron en un inicio como pandillas conformadas por migrantes
latinoamericanos, que buscaban oportunidades de progreso en los Estados Unidos
de Norteamérica.
El
motivo que desplazó a gran cantidad de centroamericanos a los Estados Unidos,
fueron los eventos acontecidos en el periodo de entre guerras en su región de
origen, uno de los campos de batalla más cruentos entre la Unión Rusa
Socialista Soviética, y los Estados Unidos de Norteamérica, todo en un contexto
de guerra fría. Si bien es cierto, fueron muy reducidos los efectivos en
tierra, procedentes de estas naciones, se trató más de un conflicto de
influencias, en donde uno de los bandos asesoraba, organizaba y armaba a los
centroamericanos de determinados países, para que enfrentaran al otro bando que
era igualmente entrenado, asesorado y organizado por sus contrarios, fuese
Estados Unidos o Rusia.
Los crímenes de lesa
humanidad que fueron cometidos durante los conflictos de guerra civil en las
naciones del triángulo norte centroamericano, fomentaron una inestabilidad
regional que perdura hasta nuestros días, y en mi opinión, fueron el campo
perfecto para la germinación de un problema que aqueja a los gobiernos de la
zona hasta el día de hoy.
La
guerra dejó una ruptura psico-social en los pobladores de las naciones donde se
desarrolló, donde con la llegada de la paz, vecinos, conocidos y pobladores que
antes estaban en bandos contrarios, dejaron las armas, sin olvidar los horrores
sufridos por las acciones de sus contrarios, algunos, por este y otros motivos,
deciden buscar oportunidades en los Estados Unidos de Norteamérica, encontrando
allí una realidad distinta a la que los esperanzaba, diferente a las
expectativas.
Vídeo del Origen de las Maras:
Fueron
excluidos, señalados y agredidos, expuestos a un rechazo desolador, y aquejados
por grupos sociales diversos, entre ellos pandillas norteamericanas y grupos
abanderados de la ideología de la superioridad racial, en resumen, los jóvenes
cansados de la violencia, y expuestos a crueles manifestaciones de la misma en sus
propios hogares, personas que perdieron familiares, jóvenes que quedaron
huérfanos, fueron recibidos con odio, en el lugar donde deseaban establecerse,
encontrar estabilidad y rehacer su vida.
Los
migrantes centroamericanos deciden organizarse, pelear y defender el “nuevo”
espacio, contra cualquier amenaza, imponer “respeto”, desembocando los horrores
de la guerra en las calles norteamericanas, algo que por supuesto, el gobierno
estadounidense no estaba dispuesto a tolerar por mucho más tiempo, es entonces
cuando en los años 90 comienzan las deportaciones masivas a manos del Servicio
de Inmigración y Naturalización, ocasionando el regreso masivo de las personas
que huían de la violencia a su país origen, sin ningún análisis de si son o no
personas violentas, solamente se guían en su status migratorio.
Con
respecto a lo anterior EFE (2018) narra:
Pastor recuerda que
“entre 1996 y 2002 fueron expulsados cerca de 31.000 delincuentes con condena a
Centroamérica, de ellos 12.000 a El Salvador”, donde encontraron un Estado frágil, en fase de recuperación de
una guerra civil que asoló la país, y que los pandilleros aprovecharon para
fortalecer sus estructuras y convertirse en la amenaza a la seguridad que son
hoy en día.
Pese a
que al día de hoy, los mareros que descendieron y evolucionaron en el
territorio centroamericano no son entrenados por militares o gobiernos con
intereses específicos, en el momento de su origen sí, lo que explica en gran
medida la capacidad de organización y logística que les caracterizó al momento
de su surgimiento, y que hizo que fuera un tema difícil de afrontar para los
encargados de resguardar la seguridad ciudadana en el territorio
norteamericano. Un ejemplo de esto, es el caso de Ernesto Deras, narrado por
Martínez & Sanz (2012), ellos cuentan:
Ernesto Deras, que con
ese nombre nació el Satán, jamás fue un Rambo de película salvo tal vez por su
voz cansada, porque susurra más que habla, porque parece alguien infinitamente
triste. Salvo porque quienes lo conocen dicen que nunca lo han escuchado
gritar, ni reírse a carcajadas. Salvo porque se formó con el entrenamiento de
Boina Verde que impartían los asesores gringos a los Batallones de Reacción
Inmediata durante la guerra civil salvadoreña. Fuera de eso, Ernesto bien
podría ser el cliché del migrante salvadoreño que llegó a Los Ángeles en 1990:
era un veinteañero flaco y duro como una rama de guayabo, lampiño y huraño.
Venía huyendo de la guerra civil y había entrado a los Estados Unidos a
hurtadillas, como un animalillo nocturno.
Muchos
de los desplazados, a diferencia de los pandilleros con que lidiaban las
autoridades en los barrios norteamericanos, eran ex militares, tenían
conocimiento en el manejo de armas, defensa personal y, algo importante, venían
de matar seres humanos, venían de un campo de conflicto, algo que los coloca en
un estado de estrés, similar al que manifiestan los militares norteamericanos
cuando presentan problemas para reincorporarse a la sociedad civil, solo que a
diferencia de estos, los migrantes salvadoreños no regresaban a su hogar,
buscaban uno.
Al ser
expuestos nuevamente a la violencia, reaccionaron según lo que conocían, se
reagruparon, construyeron una jerarquía, y enfrentaron a su enemigo común sin
misericordia. Destruyendo la imagen del desprotegido y vulnerable migrante se
convierte, entonces, en un cruel asesino y peligroso delincuente, eso sí, estas
etiquetas son colocadas, sin gestionar previo un análisis de porqué
reaccionaron de la forma en que lo hicieron, el caso de Ernesto Deras, recuerda
al de la película Rambo, en cierto punto, cuando el intenta regresar y es
hostigado y maltratado por la policía, haciendo que de la persona que buscó
paz, emerja un monstruo sin cuartel, sin reservas, solamente que para estos
migrantes, no existió un amigo coronel, que les mostrara algo positivo, no
existió un agente aplacante de la ira, el entorno la alimentó, hasta el punto
en que, cuando fue incontrolable, fueron condenados al exilio, de vuelta a la
realidad de la que escapaban, desembocando los horrores de su conducta en su
suelo natal, los respectivos países del Triángulo Norte Centroamericano.
Las
principales maras son la Pandilla Barrio 18 y la Mara Salvatrucha 13 o MS-13,
siendo esta última la considerada como la primera en su especie y la más
organizada, dentro de sus características principales, y tomando como
referencia a InSight Crime & Asociación para una Sociedad más Justa (2015), están:
·
Se
suelen incorporar personas jóvenes, muchos sin ser miembros del todo oficiales,
y son usados como “carne de cañón”.
·
Poseen
una estructura con jerarquía definida, pero los líderes poseen cierta autonomía
en las zonas bajo su control.
·
En
el caso de la Pandilla 18 aún mantienen extorciones contra la población civil,
mientras que la MS 13 no usa esta medida en los barrios bajo su control.
·
Las
maras y pandillas son dependientes de las extorsiones contra el sector
transporte, posiblemente en esta práctica exista cierto nivel de complicidad
por parte de las autoridades.
·
Ambas
pandillas dependen del narcomenudeo, y su control en la actividad es uno de los
principales motivos de confrontación.
·
Mientras
que la pandilla 18 reacciona con violencia contra las autoridades que ingresan
a sus zonas de control, la MS 13 no opone ninguna clase de resistencia.
·
Las
pandillas centroamericanas, están intentando convertirse en un grupo de crimen
organizado internacional, ampliando sus operaciones principalmente en el tema
del tráfico de drogas.
En cuanto al desplazamiento de la
actividad de las Maras fuera del Triángulo Norte de Centroamérica, es limitada,
en el caso particular de Costa Rica, se reportan intentos de ingreso de
miembros de esta agrupación todas las semanas, con respecto a esto, Cháves
(2018) explica:
“Antes salían noticias de que
mareros entraban a Costa Rica y todo el mundo se asustaba; ahora, tenemos
mareros ingresando en el país todas las semanas y hay gente que lo ve normal.
Hasta tenemos reincidentes”. Con esas palabras, José Elías Quesada, director de
la Policía Profesional de Migración (PPM), explicó que, cada vez, se reportan
más llegadas de mareros al país, al punto de que, entre el 2017 y mayo de este
año, detectaron a cuatro pandilleros con repetido ingreso al territorio
nacional.
Algunas Infografías sobre las Maras Centroamericanas:
CNN Español (2017) , muestra los siguientes datos:
Bibliografía:
Cháves,
K. (2018). Mareros intentan ingresar a Costa Rica 'todas las semanas'.
Noviembre 01, 2018, de Grupo Nación S.A. Sitio web:
https://www.nacion.com/sucesos/seguridad/mareros-intentan-ingresar-a-costa-rica-todas-las/NIAGABLQ7RBLBPEZYWINPZDLIM/story/
CNN Español. (2017). 25 cosas que debes saber sobre las maras en EE.UU. y Centroamérica. Noviembre 02, 2018, de Cable News Network, Inc Sitio web: https://cnnespanol.cnn.com/2017/04/28/25-cosas-que-debes-saber-sobre-las-maras-en-ee-uu-y-centroamerica/
CNN Español. (2017). 25 cosas que debes saber sobre las maras en EE.UU. y Centroamérica. Noviembre 02, 2018, de Cable News Network, Inc Sitio web: https://cnnespanol.cnn.com/2017/04/28/25-cosas-que-debes-saber-sobre-las-maras-en-ee-uu-y-centroamerica/
EFE. (2018). La expulsión de los pandilleros de EE.UU. desestabilizará Centroamérica, advierte analista. Noviembre 03, 2018, de elsalvador.com Sitio web: https://www.elsalvador.com/noticias/internacional/467908/la-expulsion-de-los-pandilleros-de-ee-uu-desestabilizara-centroamerica-advierte-analista/
InSight Crime & Asociación para una Sociedad más Justa. (2015). Maras y Pandillas en Honduras. EE.UU: InSight Crime.
Martínez, C., & Sáenz, J. (2012). El Viaje de la Mara Salvatrucha. Noviembre 03, 2018, de n/a Sitio web: https://cronicasperiodisticas.wordpress.com/2012/08/28/el-viaje-de-la-mara-salvatrucha/





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