En los inicios del blog, se mencionaron algunas
opiniones de algunos escritores reconocidos del tema de la Víctimología,
también indiqué que compartía esas particulares posturas por el hecho de ser
más abiertas de lo común, es en este punto que explicaré por qué y la importancia
de la flexibilidad al estudiar la Victimología.
Normalmente y en Costa Rica no es la excepción, la
atención interdisciplinar a la víctima se otorga únicamente en aquellos casos
en que una persona es perjudicada por la comisión de un delito, mismo que está
tipificado en las normativas jurídicas del país, pero, ¿Qué pasa si una persona
sufre consecuencias negativas por un acto que no es delito?, esa es la pregunta
correcta.
Lamentablemente hay un grupo alto de acciones que
pueden ocasionar perjuicio a la salud mental y física de las personas, acciones
y actitudes que no son penadas por la ley, y que difícilmente gestionaran
acciones por parte de las autoridades, en especial las legislativas, que se
encuentran concentradas en otros puntos básicos de la justicia penal y el
combate a la delincuencia, ejemplo el tema de las drogas.
Sin embargo, es en este punto que notamos la
distinción y separación entre el Derecho Penal y la Victimología, pues puede
que algunas circunstancias sean de interés victimológico, pero no de atención
para el Derecho Penal, no hasta que los actos desemboquen en un hecho violento
que sí sea tipificado como delito, de ser el caso.
El principal ejemplo en nuestro país para ilustrar
esta situación es con el tema del acoso, que por sí solo ya es un acto odioso y
perjudicial para la persona que lo sufre, ante mis ojos, independientemente del
género, una persona que sufra acoso por parte de otra ya es una víctima, pues
las secuelas que éste puede dejar una persona pueden ser para toda la vida.
Una expareja que no supere una ruptura, puede ser
ejemplo de esto, negando la libertad de vivir tranquilamente a su antiguo
compañero o compañera, como mencione antes no se trata de un tema de género, se
trata de un tema de acción, pues incluso es visto que se puede desarrollar en
un entorno escolar, siendo que un grupo de estudiantes acosen a otro por sus
principios religiosos, estatus socioeconómico, forma de hablar o vestimenta, en
entornos tan delicados como el estudiantil, se han dado reacciones de diversos
tipos por parte de la persona víctima del acoso, en pocos casos, la presión es
tal que la reacción es violenta, y el acosado atenta contra la humanidad de sus
acosadores, en otros, atenta contra su propia vida mediante el suicidio.
Pero recordemos, el acoso no está tipificado como un
delito, por este motivo la persona no recibirá atención por parte de la Oficina
de Atención a la Víctima del Delito, o alguna institución gubernamental que le
oriente, defienda y reprima el odioso acoso por parte del agresor, que se
ampara en el vacío legal existente, recuerdo un caso lamentable comentado en un
bus, en el que una joven de entre los veinte a veinticinco años, narraba que se
había mudado de casa cinco veces porque su acosador la encontraba, como no había
sucedido algo violento las autoridades le indicaban que no existía delito contra
la persona, por lo que no podían tomar acciones, pero ahí está, la existencia
de un sujeto mortificador que no permite que la otra persona continúe con su
vida de forma normal, presentándose al trabajo de su víctima, arruinando sus
relaciones interpersonales e irrumpiendo en la cotidianidad de modo que ni
viajar en el transporte público podía realizarse de forma tranquila ante el
temor de que la persona la encontrara de nuevo.
Un ejemplo es el narrado por Hernández (2016) quien
narra:
Un
día os enteraréis todos. Un día llevaré a cabo una matanza. Esa, exactamente
esa, fue la amenaza que hace ya tiempo un chaval tímido, introvertido y
reprimido de 18 años, nacido y criado en Baviera de padres iraníes, profirió en
el colegio Alfons Mittelschule de Múnich contra todos aquellos compañeros de
escuela que sistemáticamente le hostigaban, le pegaban y le humillaban. Aquel
chico victima de acoso escolar se llamaba Alí Sonboly y el viernes cumplió su
palabra. Después de leer todo lo que caía en sus manos sobre masacres cometidas
en solitario, de estudiar metódicamente a asesinos como Anders Breivik –que mató
69 jóvenes en Noruega-, Alí maquinó contra sus agresores una “pérfida trampa”,
como la definía ayer Karl Ernst Thomas De Maziere, el Ministro del Interior
Alemán. Alí violó la cuenta de Facebook de una compañera llamada Selina Akim y haciéndose
pasar por ella, colgó un mensaje convocando a todos los amigos de ésta. Emplazó
a los chavales a acudir el viernes a las 16.00 horas al centro comercial
Olympia, el más grande de Munich. “Nos vemos en el McDonald’s, os invito a
comer siempre que no sea algo demasiado caro”, escribió como si fuera Selina la
que les invitaba a la cita. Menos de tres horas despúes, justo en ese mismo
lugar, Alí sacó una pistola “Glock 9” milímetros y comenzó a disparar contra
todos los jóvenes que se concentraban a las puertas del establecimiento de
comida rápida. Mató en total a dos quinceañeros, a dos chicos de 14 años, a uno
de 17, a otro de 19, a otro de 20 y a un adulto de 45, además de herir a 27
personas antes de apoyar el cañón de la pistola sobre su sien y volarse sus
propios sesos. Tres de los nueve cadáveres eran chicas.
Esta lamentable situación vivida en Alemania en
2016, fue una consecuencia directa del acoso vivido por el estudiante extranjero,
quien quizá de haber recibido una atención apropiada a tiempo, no hubiera
cometido los homicidios múltiples y el suicidio final tras los terribles
sucesos ocurridos en Munich. Muchas veces las víctimas del acoso terminan suicidándose
por no soportar la situación, otras veces ceden a los deseos de su agresor
quien controla sus vidas, las posibilidades son muchas, y es por esto que el
tema de la Victimología no puede limitarse a lo que los ordenamientos jurídicos
demanden, o las condiciones de las naciones de ciertas zonas geográficas, la forma
de ver quien es o no una víctima no puede depender de la existencia de un
delito, pero si puede evitar que se cometan actos de gravedad como en el caso
de Alí Sonboly.
Bibliografía:
Hernández, I. (2016). "Un día cometeré una
matanza". Agosto 04, 2018, de ELMUNDO.es Sitio web:
http://www.elmundo.es/internacional/2016/07/24/5793cae5268e3ea62c8b45fa.html
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